viernes, junio 12, 2009

OJEANDO EL MAÑANA

Revela el analista Andrés Oppenheimer que dos estudios publicados hace no mucho tiempo -uno del Consejo Nacional de Inteligencia de Estados Unidos y otro de un renombrado legislador de la Unión Europea-, vislumbran un futuro verdaderamente incierto para América Latina en el concierto mundial de regiones y países.
Según el primero, en el año 2020 Estados Unidos seguirá siendo el país más poderoso, escoltado muy de cerca por China, India, Europa e Indonesia, lo que debe colegirse que habrá una acentuada tendencia de la economía mundial en inclinar la balanza fundamentalmente hacia los países asiáticos. Esto significa, en un sentido obvio, que los grandes consorcios multinacionales orientarán sus “amenoscopios” financieros hacia las “demandas de esas culturas”, cuyas líneas maestras hacia un futuro de progreso no permitirán que factores internos políticos, sociales, o de otra índole, obstaculicen sus formidables proyectos de desarrollo.
Opuestamente, América Latina tendrá menor influencia para propalar un potencial económico global, principalmente por su inalterable ineptitud gubernamental y por su inveterada postura de consolidar a líderes populistas que, fieles a la filosofía del caudillismo, “explotarán la brecha entre ricos y pobres para consolidar su poder político”. Esto conducirá, inevitablemente, a que “América Latina, como región, verá crecer la brecha que la separa de las naciones más avanzadas del planeta”, de acuerdo con otro informe titulado “América Latina en el 2020”, elaborado por académicos de la Universidad de Georgetown, el Centro de Estudios Nueva Mayoría de Argentina, y la Universidad Adolfo Ibáñez de Chile.
El segundo estudio, preparado por Rolf Linkohr, presidente hasta el año 2004 de la delegación del Parlamento Europeo para Sudamérica, y del grupo congresista socialista alemán, subraya específicamente que América Latina se está quedando peligrosamente a la zaga debido a cuatro factores circunstancialmente perjudiciales: a) gobiernos ineficientes; b) sistemas de justicia no independientes; c) educación desatendida; y, d) una corrupción de características alarmantes.
Pero el parlamentario Linkhor pasa por alto un quinto elemento pernicioso: el caciquismo a que se ha hecho mención y que tanto daño ha causado en la región, sobre todo en un país como Bolivia, donde el pueblo ha sufrido toda suerte de atropellos y vejámenes. Pero ahora que la veleta de una nación en América Latina -Bolivia-, que sufre transformaciones tan sólo superficiales, y que por tanto va en una sola y lamentable dirección, es imperativo que el conjunto de la sociedad juzgue que la aventurera como inverecunda posición del Presidente, y a la vez líder indígena y cocalero Evo Morales no es inevitable, y que todavía existen esperanzas para concebir una nueva conciencia de patria.
Aunque las tendencias sobre los estudios referidos reflejan márgenes científicamente probables, hay en esto, dada la impredecibilidad de un mundo encerrado en una auténtica caja de sorpresas, cierta dosis de agorerío, pues nadie está en condiciones de prever -por lo dicho- ni siquiera con cercana exactitud lo que en poco más de diez años podría ocurrir; pero de lo que sí podemos estar seguros es que si tomáramos el ejemplo de disciplina y afán de progreso de los países asiáticos, podríamos perfectamente, en ese lapso, salir adelante en la medida en que nuestras mejores posibilidades lo permitan; proscribiendo, eso sí, lo que justamente un erudito de aquellas lejanas tierras censuró ácremente: el cinismo, la insensatez y el disfraz.®

No hay comentarios.: