miércoles, agosto 06, 2008

ELEGÍA INDIA

Al alba, cuando el día viene por nosotros
a echarse en la puna honda,
podemos sentir cómo ella muere de melancolía
agitando en su pecho el adiós de las estrellas.

Pero no es un adiós lejano,
es misterioso; pocos lo sienten,
sólo nosotros, al alcance de estas manos,
de nuestras uñas brillantes como el nácar.

“Estamos en la cima, nos dicen los Dioses,
y aquí arriba, en la plenitud del universo,
todo lo que sentimos se transforman en cosas,
hasta en arenas que en armoniosos templos
se vuelven sueños, como la nostalgia”.

Entonces el alba y nosotros, en lenta ceremonia,
rompemos en sollozos infinitos
escuchando a las quenas
hacer requiebros al viento, sonrientes y graves.

Si no fuera por ellas, dice el alba.
Si no fuera por ellas...


Con heridas en el corazón,
sofocados y bebiendo nuestras lágrimas mustias,
abrazamos a la aurora
de los recuerdos diarios, desmayados.

“Es hoy, le decimos, es hoy.
Cuando se pongan los soles
te prepararás para florecer como la puna,
bajo tu poncho de alpaca y tus amigas nocturnas”.

Es así, alba nuestra... ®

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