viernes, junio 26, 2009

MICHAEL...

Cuando era ya un adolescente desperté una mañana escuchando una música que provenía de alguna habitación contigua. Por un instante me quedé quieto, pues las voces y la armonía que llegaban a mis oídos me produjeron una sensación parecida a un torrente de aguas caudalosas y cristalinas. Inquieta la mirada, sentí temblores en el estómago, y el agitado corazón que palpitaba al ritmo de esa música tan singular fue saliendo de mi cuerpo para ir a su encuentro. Destapé con cuidado mis sábanas, y lentamente, casi a hurtadillas, asiendo fuertemente el corazón en mi mano, me fijé en una pequeña radio a transistores que descansaba en la mesa de noche de la habitación de mi hermano mayor, y le pregunté, temblorosa la voz, los ojos humedecidos, y un extraño como embriagador sentimiento de plenitud: -¿Quiénes…? –The Jackson 5. Son de Indiana y cantan soul, funk y disco. La verdad es que no me interesaba en ese momento que fueran de Indiana o de otro lugar del planeta: eran humanos, increíblemente humanos, cantándole al universo entero, con toda su cadena de Vías Lácteas y constelaciones rutilantes. Pero… esa voz que sobresale… -Es el principal vocalista, Michael –dijo, moviéndose rítmicamente en su cama, y el sencillo se llama I Want You Back –añadió. Me quedé petrificado por esas melodías que brotaban como manantiales y por los acordes que modelaban una sinfonía de fuego. “The Jackson 5, Michael…”, moví apenas mis labios pronunciando esos nombres. Pasó el tiempo, y I´ll Be There se pegó en mi pecho y jamás se desprendió. Bajo mi vista ahora, y ahí está, abrigando mi corazón a veces entumecido, o sacudiendo mi letargo de ánimo que de tanto en tanto aparece, y que como bien se sabe, es difícil que se vaya. Es I´ll Be There… Es Michael. No diré nada de tus sufrimientos cuando el talento te convocó a desplazarte solo bajo los reflectores, ya sea exhibiendo un legado de tus hermanos, el estilo Robot, o contorsiones y pasos coreográficos hasta inverosímiles por lo maravillosos. Mucho hard rock, mucho rhythm & blues, mucho disco y dance. Todo eso lo colmaste en ese prodigioso Thriller, que hoy recuerdo con la añoranza de los años ahora invisibles, pero que afortunadamente dejan estelas deslumbrantes que giran en torno a la gente como el aura, o tal vez como un viento suave y apacible. Junto a Lionel, alimentaste a millones de africanos, especialmente niños etíopes, con We are the world. ¡Qué sensibilidad, Michael! Sin duda el otro lado de tu espejo. Ya no quiero hablar del video de Bad, interpretado por una pandilla, combinando movimientos de baile coreografiados con otros que ejecutaste espontáneamente. Ni tampoco del álbum Dangerous que incluía un video con una nueva técnica digital llamada morphing. Ni quiero ahora rememorar el video en que te transformas en pantera y ejecutas bailes explícitamente sexuales mientras destruyes marcas de naturaleza racista. No, ya no quiero eso. Quiero que sepas que marcaste mi época, que ya no existe; que no marcarás más ninguna época, porque ya no eres, Michael. No te recuerdo, ni te creo en el futuro. Sólo es hoy y cada segundo que viene, pero siempre en el instante en que el segundo llegue, con la vista abajo, adherido a mi pecho que late como cualquier otro, aunque cada latido sea especial: uno y otro y otro adiós… ®

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