jueves, julio 26, 2007

ANTÍDOTO ESPECIAL

A pesar de las laberínticas dificultades que enfrenta la región en un sinnúmero de materias, no todo, afortunadamente, se contrae a escollos o túneles sin salida. Hay bálsamos que aminoran muchos males. Uno de ellos es la Fundación del Estado para el Sistema Nacional de las Orquestas Juveniles e Infantiles de Venezuela, fuente inagotable de un considerable potencial artístico que aglutina a una red de ciento veinte orquestas juveniles y sesenta orquestas infantiles establecidas a lo largo y ancho del territorio de Venezuela, y que, asombrosamente, concentra a más de 135.000 niños, niñas y adolescentes. Se trata de un verdadero “milagro musical venezolano” -sin parangón en el mundo por su colosal magnitud-, que además de hacer realidad los sueños de realización personal y profesional de aquellos, persigue, concibiendo a la música como el reflejo del alma de los pueblos, no sólo afianzar este horizonte de valores estéticos, sino consolidar el arte musical como un derecho social de toda comunidad, esto es, como una democratización del arte.
Hace un tiempo, el Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (UNICEF), hizo oficial el nombramiento de Embajador Nacional de Buena Voluntad al Sistema Nacional de Orquestas Juveniles e Infantiles de Venezuela, como una clara manifestación de honrar, a partir del arte, la labor de participación, integración, prevención, capacitación y rescate juvenil que desde hace muchos años lidera el maestro José Antonio Abreu, y que el actual gobierno, solidario con esta cruzada, ha tenido la visión de multiplicar su cooperación pues ha comprendido en su justa medida que este Sistema de Orquestas es un vocero elocuente de los derechos de la infancia, de difusión de mensajes preventivos contra males a veces irreparables como el VIH/SIDA, la delincuencia o las drogas, y de trabajar, por ende, en grupos poblacionales vulnerables; ya que en un mundo en permanente progreso mental es palmario advertir lo que las artes y la cultura ejercen en el desarrollo de las personas desde su más temprana edad, y en la reducción de los riesgos que encuentran en su entorno.
Si en las Misiones del oriente de nuestro país ha ocurrido, o está ocurriendo con formidable expansión una situación similar a la de Venezuela, es también posible que el gobierno encabezado por el presidente Morales asuma una postura de acción semejante en occidente, y que, contrariamente a lo que siempre se ha pensado, deje ya de creerse que el arte y la cultura son monopolios poco menos que irreversibles de las élites bolivianas. El objetivo debe ser que éstos se afiancen firmemente como derecho social irrenunciable de nuestro pueblo, y que occidente se incorpore con significación activa en programas de esta índole, cuya ejecución no sólo que enriquecería aún más nuestro patrimonio cultural intangible, sino que lo dotaría de otros elementos propios de esta era, tal como con claridad meridiana lo han comprendido los estadistas y artistas venezolanos. No concebir planes de esta naturaleza en nuestro país sería, penosamente, caer en una falta propia de la idiosincrasia de una población que apocadamente se abandona al atraso, haciendo “alarde”, y mostrándola tal vez como el componente mayormente emblemático en su álgida historia, de una politiquería mentalmente rayana en una pobreza lamentable, sin pies ni cabeza, y además, tóxica. ®

1 comentario:

Jorge Gajardo Rojas dijo...

Me parece una buena noticia.En Chile hay algunas experiencias .Lo importante es acompañarlas de un programa de becas porque muchos chicos son de escasos recursso.Ademàs de Conservatorios del Estado gratuitos.