lunes, septiembre 24, 2007

LOS MIL Y UN AMORES

Entre los hechos insólitos de la vida hay muchos que naturalmente tienen que ver con el amor, y entonces, parafraseando a Calderón de la Barca, cuando el amor no es locura, no es amor. Más o menos así, dado el origen especial del nuevo episodio romántico en la vida de la británica Jane Felix-Browne (seis veces casada), es lo que de esa palabrita de cuatro letras uno puede cavilar entre tanta disquisición filosófica que nunca falta acerca de la vida y, por tanto, de uno de sus condimentos principales: ése, el amor. Resulta que esta despreocupada y madura mujer de 52 años, contrajo sextas nupcias en septiembre del año pasado, luego de haber conocido al flamante nuevo hombre de su vida en Egipto, adonde fue a hacer un tratamiento para la esclerosis múltiple que padece. El feliz esposo, según cuentan los expertos en fuegos pasionales que salen de lo común, se sintió flechado por la dama en cuestión al verla cabalgando cerca de la Gran Pirámide y, por boca de estos modernos casamenteros, se la comió con los ojos, le echó flores y le hizo versos. Pero, ¿qué puede ser aquello que salga de lo común, además de ser ella seis veces casada; algo que, viéndolo bien, en este mundo de extravagancias ya nada exóticas, no le mueve las pestañas a nadie? Dos cosas: una, casi sin importancia, y la segunda, ciertamente no tan corriente.
Veamos la primera. Ocurre que Jane es 24 años mayor que el hombre, y tiene hijos que rondan la edad de él, y que, además, le han dado abundantes nietos; casi todos, como buenos inglesitos, de pelo rubio y ensortijado, con excepción de uno o dos, hijos de un ex, con quien se casó a los 16 años, natural de Arabia Saudita, y donde casualmente conoció a la multimillonaria familia de su actual príncipe azul … o aceitunado. Hecho el análisis, está de más decir entonces que el asunto de la diferencia de edad, que los hijos, los nietos, y todo lo que envuelve a este affaire amatorio, pueda ser calificado de inusual, pues el redondo mundo en que moramos ha tejido ya miles de historias de semejante especie. Esto ya se dijo.
En cuanto a la segunda, la trama se pone más enrevesada. Al igual que con su ex marido de Arabia Saudita, Jane tuvo que casarse bajo los rituales islámicos, ya que el joven enamorado es oriundo de las legendarias tierras de Medio Oriente y, más aún, es, sin proponérselo, uno de sus hijos más populares, aunque indudablemente no como su padre. Es por eso que cuando a Jane le preguntan cómo se llama su esposo, ella vacila como una niña y no sabe cómo decirlo, pero la verdad es que se trata de la señora de Bin Laden, de Omar Osama Bin Laden, el cuarto de los 14 hijos de Osama Bin Laden, el mismísimo jefe de Al Qaeda, a quien –haciendo un paréntesis- Jane cree haber conocido en una fiesta en Londres en 1970.
Profundamente enamorada de Omar, esta atractiva mujer ha resuelto cambiar su nombre a Zaina Mohammad, y según lo que ha señalado en una entrevista que le hizo el diario The Times, está decidida a dar el alma al diablo con tal de que se pacte la paz en Medio Oriente. (Si tan sólo la escuchara el señor Bush...) “Cuando a raíz de las investigaciones que realizó la prensa salí finalmente del anonimato -aunque no quería que ello ocurriera-, subraya Jane…, o Zaina, me pareció, luego de una severa reflexión, una historia nada trivial y por supuesto interesante que uno de los hijos del hombre más buscado del planeta estuviera casado con una británica. Omar confía en mí y está hablando públicamente de nuestro plan para luchar por la paz. Conozco mucho del Medio Oriente y haré todo lo que esté a mi alcance para que acaben las guerras en esa región y el mundo”, declaró al diario.
Aunque ciertamente es una dificultad que no puedan ambos llevar una vida conyugal como la gente, ya que está prohibida la entrada de Omar al Reino Unido, Jane insiste en que la posible presencia de su esposo en tierras del Imperio en ningún caso supondría un peligro para la monarquía encabezada por Su Majestad, la espartana Isabel II. Naturalmente que estas palabras encontraron tan poco eco como el amortiguado sonido que sale de un corno inglés, por muy excepcionalmente agradable al oído que sea. Con todo, no es el único problema con el que atraviesa la pareja; en realidad, sólo ella. Resulta que Omar tiene otra mujer y un hijo de dos años, aunque, en rigor, esto no ha implicado un obstáculo para la actual señora de Bin Laden en su camino a la felicidad, pues ha tenido la virtud de sobrellevar esta carga echando mano de la proverbial mentalidad británica, lindante con la flema y la pachorra, para dar mayor redundancia a la nada estereotipada forma de ser de los que nacieron allí, naturalmente sin que esto sea una generalidad. Isa Dobles, periodista de afilada ironía, refiriéndose a la cachaza del Príncipe Carlos (que más o menos representa al británico), ha dado en el blanco acerca de la fama que se ha ganado el hombre o la mujer de esas tierras impregnadas de historia, y dice: “…este señor narizudo que muchas veces vemos con su falda escocesa jugando con un tallito de cualquier cosa en su mano, es el futuro rey de Inglaterra…”. Pero volviendo al tema, Jane, como buena británica entonces, ha asegurado haber hablado por teléfono con la otra esposa de Omar y que se han llevado a las mil maravillas. De todo esto, lo único que ha quedado en suspenso hasta ahora –como bien subraya un sagaz cronista-, es saber, sobre este matrimonio y el año de casados ya vivido, cuál ha sido la reacción del suegro... ®

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